Los
centros de reclusión del país registran un hacinamiento superior al 200%. La situación
es tan crítica que algunos presos deben dormir hasta en los baños y pasillos de
las cárceles.
Según
la Defensoría del Pueblo, la población carcelaria durante los últimos doce años
se incrementó en 54.915 personas, mientras que en el mismo lapso los cupos
aumentaron sólo en 42.009.
Aunque
hace unos días se ordenaron algunos traslados de presos de los centros
penitenciarios más impactados por el sobrecupo a los menos hacinados, la
congestión sigue siendo alarmante.
Por
esa razón, la ministra de Justicia, Ruth Stella Correa, propuso otras
alternativas, entre ellas revisar las peticiones de los presos que ya
cumplieron las dos terceras partes de sus penas, para otorgarles el beneficio
de detención domiciliaria o la libertad. Esto con el fin de aliviar un poco el
hacinamiento.
Sin
embargo, la propuesta generó una fuerte polémica en el país, pues hay quienes
aseguran que los delincuentes saldrán a las calles y volverán a delinquir.
De
acuerdo con algunos dirigentes políticos, la iniciativa podría traducirse en
impunidad y en mayor inseguridad para las ciudades.
No
obstante, algunos expertos en justicia creen que la medida va por buen camino e
incluso proponen una reforma carcelaria en el país, que sólo penalice con
prisión a aquellos autores de delitos mayores.
Y es
que, según estudios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec),
el 70% de los reclusos en el país está por delitos menores.
“Las
cárceles deben ser sólo para autores de delitos graves”, Gómez Méndez
¿Por
qué defiende la propuesta del Ministerio de Justicia de liberar a los presos
que han cumplido las dos terceras partes de sus penas como una solución al
hacinamiento que presentan las cárceles del país?
Me
parece que esa propuesta va en la dirección correcta e incluso yo la planteé
hace dos semanas en una columna. El problema de hacinamiento tiene que ver con
la ausencia de una política criminal y con la presión de la sociedad para que
todo se resuelva por la vía de las cárceles. Cada vez que ocurre un hecho
puntual los medios de comunicación presionan al Congreso para que saque a la
carrera leyes aumentando penas. Para mí las cárceles deberían ser sólo para los
autores de delitos realmente graves.
Hay
quienes afirman que la liberación de presos, así sea por delitos menores,
causaría un problema mayor, pues estas personas salen a las calles y vuelven a
delinquir...
No,
porque la idea es que en la cárcel sigan las personas acusadas de homicidio,
extorsión, secuestro y asesinato. Lo que yo digo es que muchos pueden afrontar
un proceso penal e incluso llegar a una condena sin que eso implique que tengan
que ir necesariamente a prisión.
¿Cuáles
serían esas otras alternativas de castigo?
Ya
están previstas en la legislación, sólo es cuestión de que las apliquen, por
ejemplo, no toda audiencia de imputación tiene que terminar en una cárcel. Lo
que pasa es que, debido a la presión mediática, los fiscales y jueces no se
atreven a no decretar prisión.
Pero
el no penalizar con cárcel algunos delitos podría afectar la credibilidad de la
justicia en el país...
No,
eso no ha sucedido en otros países del mundo, donde a las cárceles sólo llegan
delincuentes por delitos mayores, y hay otro tipo de sanciones. Actualmente en
las cárceles del país no hay resocialización, pues estas personas terminan
expertas en otros delitos, como extorsiones, y salen peor.
Más
allá de liberar a algunos presos, ¿no cree se debería buscar una solución de
fondo para frenar el hacinamiento?
Sí
claro, es que esta es una solución de coyuntura, pero hay que revisar la
legislación penal y buscar una solución mayor que vaya acompañada de una
política criminal estable.
“Liberación
de algunos presos es un mensaje de impunidad”, Roy Barreras
¿Cuáles
serían las consecuencias de liberar u otorgar detención domiciliaria a algunos
presos en el país, para frenar el sobrecupo que hay en los centros carcelarios?
El
remedio no puede ser peor que la enfermedad. Hoy en día la mayor preocupación
de los colombianos es la inseguridad en las calles y el hecho de que el Estado
sea incapaz de brindarles condiciones dignas a los delincuentes condenados no
puede significar que la solución sea sacarlos a las calles, creo que sería un
mensaje de impunidad y frustración para los ciudadanos que denuncian y para los
policías que se juegan la vida en las capturas.
Pero
no se busca una liberación masiva, sino revisar los casos de los presos que ya
han cumplido parte de sus penas o estén condenados por delitos menores...
Estamos
hablando de autores de atracos, asaltos, robo a celulares, ‘fleteo’ y hurto de
celulares, en los cuales los jueces del país los declararon culpables.
Probablemente para algunas personas el maltrato o un abuso de un hombre a su
esposa resulta de lo más normal, pero esos son los delitos que afectan
gravemente la tranquilidad de los ciudadanos. Está claro que quienes ya
terminaron su pena, pueden salir, pero el resto no.
Entonces,
¿qué hacer si los centros penitenciarios del país presentan un hacinamiento
superior al 200%?
Por
eso digo que el remedio no puede ser mayor que la enfermedad, el Estado tiene
que adecuar los centros penitenciarios porque los ciudadanos decentes no tienen
por qué pagar las consecuencias de su incapacidad para contener a los
delincuentes. Primero las víctimas y luego los victimarios.
Sin
embargo, el que estén presos no es una garantía, pues no hay una
resocialización y muchos salen a las calles peor de lo que entraron...
Sin
duda, es que estamos hablando de dos situaciones diferentes. El hacinamiento
frena la resocialización, eso es inhumano y ahí hay un primer problema, pero el
otro es la inseguridad en las ciudades. No se puede resolver el primero
empeorando el segundo.
En
otros países hay sanciones diferentes a la cárcel, ¿por qué no aplicarlas en
Colombia?
Para
mí una medida que signifique aumentar la inseguridad se debe revisar, yo más
bien ofrezco mi apoyo para se construyan más cárceles.
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